
En un contexto cada vez más tenso dentro del círculo del poder sandinista, Lenín Cerna, exjefe de la Seguridad del Estado durante la primera etapa del Frente Sandinista, está siendo activamente buscado por fuerzas militares y policiales, por órdenes directas de Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua y considerada la figura con mayor influencia dentro del régimen de Daniel Ortega.
Según fuentes vinculadas a sectores militares y de inteligencia, Murillo habría dado luz verde a una operación para capturar a Cerna, quien estaría organizando en secreto a miembros del Ejército descontentos con el actual gobierno. Filtraciones recientes señalan que Cerna estaría liderando un movimiento interno con intenciones de sublevar a sectores castrenses en contra del poder absoluto que Ortega y Murillo ejercen desde hace años.
Rosario Murillo lo considera un “obstáculo potencial” para su consolidación como heredera del poder absoluto, especialmente en un momento en que la salud y la popularidad del presidente Ortega son objeto de crecientes especulaciones. La vicepresidenta, conocida por su férreo control sobre las instituciones del Estado, habría instruido una vigilancia extrema sobre antiguos cuadros del sandinismo que conservan influencia en las filas militares.
Lenín Cerna, figura histórica del aparato de seguridad del FSLN, había mantenido un perfil bajo en los últimos años, aunque siempre se le vinculó con estructuras de poder en la sombra. Su aparente retorno a la acción política como figura crítica del rumbo actual del país representa una amenaza significativa para el círculo gobernante.
Hasta el momento, no se ha logrado su captura, y se presume que podría estar escondido en zonas rurales bajo protección de simpatizantes y antiguos aliados del Ejército. Cerna podría estar oculto en el norte del país.
Organismos de derechos humanos han advertido que esta cacería interna evidencia una fractura dentro del sandinismo, y advierten sobre posibles purgas políticas o represalias contra militares activos que muestren disidencia.
Este hecho marca un punto de inflexión en la lucha por el poder dentro del régimen, y podría ser el inicio de una confrontación interna que cambie el rumbo de la política nicaragüense en los próximos meses.